The Gift en Acústico (Casa de América, 06/10/2007)
¿Qué significa vivir un concierto de The Gift? Significa flotar durante más de una hora en una amalgama de sonidos que en apariencia resultan difíciles de fusionar. Significa respirar la creatividad de un grupo portugués cuyo techo no se vislumbra. Significa centrar todos tus sentidos en una personalidad apabullante, la de Sonia Tavares, rodeada de seis músicos de alta alcurnia. Significa que, si vives en Madrid o no tienes ningún problema para estar allí el jueves 11 podrás repetir una experiencia de las que nunca defraudan.
El sábado, la banda portuguesa The Gift brindó un recital en la capital de España que ser convirtió, nada más finalizar, en uno de esos episodios musicales que se recuerdan con especial fruición durante años. Y no tiene nada que ver con el bagaje del grupo que actúa sobre el escenario o con la grandiosidad del evento en el que se integra. La importancia se sustenta sobre el buen hacer de la formación, sobre su capacidad de transmitir sensaciones de todo tipo (no sólo sonoras) y por el ambiente que construyen a partes iguales el público y los artistas.
Durante una hora y veinte minutos The Gift repasó en la Casa de América (dentro del festival VivÁmerica) una docena de sus temas más destacados con una peculiaridad esencial, el directo se atacó desde una vertiente acústica. Pero, por si había malentendidos, Nuno Gonçalves ya desgranada al comienzo la definición de acústico visto desde el prisma Gift: “No somos un grupo con guitarras y todos así (gesto que quien toca el instrumento que, por cierto, me recordó a cierto vídeo de The Eagles). Es algo íntimo, pero esto en Portugal a veces se confunde. Es íntimo pero repleto de fuerza”, describía en un español entre gracioso y balbuceante.
Dicho y hecho. Canción tras canción, los cuatro miembros de la banda, acompañados por otros tres músicos con tablas, transformaron el pequeño auditorio de la Casa de América en el contenedor de una hermosa mezcla de sonidos llegados desde la electrónica y desde la tradición. Sintetizadores, un bajo, un piano de cola, un xilófono, un acordeón y la portentosa voz de Sonia Tavares moldeaban una realidad en la que se vio inmersa la totalidad de los trescientos asistentes al acto. Porque ahí radica también parte del encanto de la cita, trescientas personas sentadas en sillas o en el suelo y ensimismadas ante lo que se les ofrecía unos metros más adelante.
La verdad es que The Gift sabe muy bien cómo trasladar ese estado cercano a la hipnosis. Los lusos apoyaron la atmósfera del sábado en dos pilares fundamentales. Por un lado, la formación supo alternar con una maestría absoluta temas que ya se han convertido en clásicos de la banda, como Music, Ok! Do You Want Something Simple? o Me Myself and I con nuevas aportaciones como Fácil de Entender o Nice and Sweet. Por otro, los componentes, sobre todo Sonia Tavares y Nuno Gonçalves, lucieron en todo momento un humor apabullante (cercano a una sana locura), una familiaridad entre ellos, con el público e incluso con el bar, que se repartía por toda la sala en forma de cercanía y encanto.
A buen seguro, la receta cambiará este jueves en Joy Eslava. Nuno Gonçalves reveló en un momento de la actuación que la lista de canciones prevista para el segundo directo cambiaría por completo con respecto a la que desarrollaron el sábado. Los que tengáis la suerte de acudir os encontraréis con piezas distintas, mayor instrumentalización y una densidad creciente de sonido postrado ante la voz (de negros matices) de la solista.
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