Fácil de entender, dificil de olvidar
Se podía pensar que este segundo concierto de los portugueses The Gift en nuestra ciudad estaba demasiado cercano a su anterior visita, en el Santander Summer Festival de este año. Sin embargo, después de disfrutar varias veces de su recién editado DVD en directo, Fácil de entender, se descubre que The Gift tienen, incluso, mucho más que ofrecer que un concierto de quitarse el sombrero en un festival: se desenvuelven como pez en el agua sobre las tablas de un teatro, controlando todos los matices de su sonido y los detalles de su escenografía. Ése era precisamente el principal aliciente de su recital en el teatro CASYC de Tantín: disfrutar de su puesta en escena, pero de otra forma. En el SSF vimos su perfil más rítmico y agresivo, ¿cómo enfocarían su recital ante una audiencia cómodamente sentada?
La duda se despejó pronto. Algo más de un cuarto de hora sobre el horario previsto, las luces se apagaron, el teatro se llenó de humo, y los portugueses aparecieron en escena, comenzando con los temas más reposados de la noche para ir entrando en ambiente. Músicos con actitud, una voz prodigiosa, un juego de luces sencillo pero efectivo, y buen sonido. No era mal comienzo.
El concierto fue subiendo de intensidad a medida que avanzaba, sin llegar a los extremos vividos en el festival de Rostrío, pero aproximándose: dadas las circunstancias, tener al público en el bolsillo desde los primeros temas es signo de calidad.
Los temas de su Fácil de entender (un repaso en directo a su discografía y un par de composiciones nuevas) centraron su repertorio. Para muchos fue una sorpresa descubrir el theremín, para otros era un momento esperable. The Gift terminaron, saludaron y se marcharon del escenario ante un público puesto en pie.
Hasta ahí, habría sido un gran concierto. Pero fue algo más. Era Halloween y aún nos aguardaba una sorpresa. Hubo bises. Y la espera antes de los mismos estuvo amenizada por una graciosa calabaza bailarina. The Gift tardaron en volver a aparecer sobre el escenario. Y pronto comprendimos por qué.
Volvieron disfrazados, para convertir el final del concierto en una auténtica fiesta. Una vaquera con su caballo, Napoleón, Batman, un cortesano, un oso, un caballero, confetti y serpentinas. Se arrancaron con una versión de Bizarre Love Triangle de New Order (no fue el único guiño de la noche, también hubo alguno a Enjoy The Silence) que consiguió poner al público en pie para bailar (a pesar de las azafatas del teatro, que siempre me ha parecido que se toman estos arrebatos con una -supongo que inevitable- seriedad).
The Gift no es un grupo que comienza, se les notan las tablas, disfrutan, hacen disfrutar. Tuvimos suerte: lo de Tantín no fue un concierto más, ni para ellos ni para los que ocupábamos las butacas. Y si vuelven dentro de tres meses, allí estaremos.
Fotografía: Roberto Ortiz
Escrito por: RTZ! in www.alnortedelnorte.com
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