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7.22.2007

The Gift :: Espanha

Acentos brasileños y de rock en una noche portuguesa
Teresa Salgueiro, con el Septeto de Joao Cristal, y The Gift actuaron en Pirineos Sur.


Noche lusófona en Pirineos Sur con el río Tajo (el Tejo, dicho en portugués) como metáfora musical. En el programa, Teresa Salgueiro, cantante de Madredeus, y el grupo The Gift. La primera puso el acento en la música brasileña; el segundo, en un rock que bebe tanto de los hallazgos de Björk y Radiohead como de la música negra, la comedia musical y la electrónica ochentera.

Salgueiro, aprovechando el año sabático de Madredeus, ha grabado un disco en solitario, Vocˆ e Eu, con el septeto del pianista Joao Cristal, en el que revisa grandes piezas del repertorio brasileño, firmadas por António Carlos Jobim, Ary Barroso, Dorival Caymmi, Vinicius de Moraes, Pixinguinha y Chico Buarque, entre otros. Canciones, para que se hagan una idea, tan populares como Samba de Orfeu, Insensatez, Lamento, Risque, A Felicidade, Valsinha y A Banda, por citar sólo unas cuantas. Pues bien, con ese material (y con el Septeto) se presentó Teresa Salgueiro en el Auditorio Natural de Lanuza. La noche estaba fría, pero los ánimos de los espectadores se revelaron caldeados.

Salgueiro es, se sabe, una cantante espléndida, aunque aficionada a meterse en ocasiones en harinas en las que no se maneja con soltura. Intérprete más cercana a la cámara que a la calle, aborda lo brasileño una severidad que casa mal con la cadencia de unas composiciones cuyo pulso requiere otro tono y otra actitud.

Salvando todas las distancias salvables, lo suyo con este proyecto se asemeja mucho a lo de esas divas de la ópera que se lanzan de cabeza al pop con resultados acartonados. El rigor de Teresa Salgueiro con la música brasileño no merece el calificativo de mortis, pero priva a un excelente repertorio de la chispa y el nervio que destila en su estado natural.

Por otra parte, los arreglos de las canciones, facturados por Joao Cristal y el septeto en directo en una línea jazz excesivamente estándar, tampoco contribuyen al esplendor de la revisión.

The Gift, por su parte, resolvió con fortuna un cancionero armado con lo más florido de su producción y alguna pieza nueva. La voz negroide y rasposa de Sónia Tavares, su cantante, ejerce de singular contrapunto en una propuesta que juega en varios frentes sonoros, con el rock y la electrónica como mascarones de proa.

La banda mostró con energía las dos caras que dan forma a su imaginario sonoro: una melódica y otra bailable. En ocasiones la oferta de The Gift, trufada de no pocas citas sonoras, acusa cierta redundancia; pero en conjunto funciona y convence.


JAVIER LOSILLA SALLENT DE GÁLLEGO
in El Periodico de Aragon - 22/07/07

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