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1.26.2008

The Gift :: Espanha

La suave hipnosis de The Gift
Tres llenos consecutivos en el Teatro Bellas Artes de Madrid agrandan la figura de estos maestros del pop electrónico con arreglos tan clásicos como modernistas




La música de The Gift es un regalo para esos oídos ávidos de complejidades comprensibles, producen latidos que se salen del pecho, actúa como banda sonora en esa elevación psicológica hasta la cumbre desde la que se vislumbre el horizonte épico de la felicidad e invita a sudar la gota gorda en un ejercicio a medio camino entre una visita a la discoteca y la sesión semanal de aerobic. Su pop electrónico tapizado con arreglos sinfónicos, tan innovador como perceptible, abarrotó durante tres noches consecutivas el Teatro Bellas Artes de Madrid, donde el cuarteto portugués más famoso de la última década realizó un bellísimo espectáculo a modo de 2x1, ofreciendo su versión más íntima y ese punto salvaje que les caracteriza.

El público, heterogéneo en cuanto a apariencias y edades, tuvo la oportunidad de escuchar, de visualizar y de sentir a The Gift mediante dos formatos bien definidos. Sonia Tavares, los hermanos Gonçalves y Miguel Ribeiro quisieron dividir el evento en dos partes y emular así el directo publicado dentro de su recopilatorio “Fácil de Entender”. Con el atuendo propio para una boda, salieron los cuatro, dispuestos a tocar la fibra sensible de los espectadores. “La intimidad forma parte de nuestra personalidad y no sólo hacemos música para bailar”, dejaba caer la camaleónica cantante tras “Me, myself and I”, que interpretaron de forma magistral, con cuatro coristas majestuosas y una iluminación cenital que espiritualizaba aquel momento. “Este es un espectáculo distinto a los que hemos traído a Madrid. Además, es la primera vez que tocamos en un teatro”, añadía Sonia. La irrupción sonora de un arpa y un trombón contribuyó a agrandar la sensación sinfónica de este primer tiempo, con Tiago Dias, teclista de Room74, acompañando a la banda sobre el escenario. Las canciones se deslizaban suavemente sobre el tiempo. Los tempos jazzísticos de “Five minutes of Everything”, xilófono incluídos, daban paso a la robótica confesión de “Ok do You want something simple”, antes de que “Music” hiciese volar la imaginación de todos los que trataban de sobrevivir sentados a tantas emociones.

“Actress” culminó la primera parte, dando paso a un descanso prolongado. La ley Antitabaco apago los impulsos en la cafetería, las luces se apagaron y los protagonistas volvieron a giftear ante el respetable, esta vez más deportivos e informales. Sonia se subía a los pies del micro como si fuese una bailarina durante “Nice and sweet”, reclamando la entrega corporal de los presentes. “645” y “11:31” provocaron múltiples impulsos saltarines, reducidos por el sutil acordeón de “Front Of”, y apareció Ricardo Braga para recordar viejos tiempos a la guitarra. “Era el quinto elemento del grupo cuando comenzábamos y tuvo tan buen ojo que se fue antes de que nos diésemos a conocer”, bromeó Sonia sobre el invitado. El deleite novedoso de“In Repeat”, canción de reciente aparición e incluída en su My Space, contagió al público, entregado a la intensidad rítmica de la formación y puesto en pie para vocifear a las órdenes del gesticulador Nuno Gonçalves. El termómetro ascendía vertiginosamente. Rindieron tributo a los New Order, amagaron con la retirada, pero el gentío reclamó su vuelta. Sonia hizo de Bowie en “Under Pressure” y el hip-hop de “So Free”, manifestado a través del telemin, supuso la retirada. De camino a la calle, había golpes para comprar discos en el interior del recinto. The Gift es una caja de música contemporánea, sin esa bailarina de ballet al son de aquella repetitiva melodía, que cambia de velocidad y de dimensión estilística con un trasfondo electrónico de intensidad variable. Los mensajes parecen mandamientos por los registros vocales de la divinidad femenina, cuyos movimientos hipnotizan. Estas tres citas han supuesto un antes y un después para The Gift. Ellos lo saben, porque sus habilidades terrenales ya tienen un envoltorio galáctico

Texto: Marcos Blanco/Patricia Costa - in Gente Madrid

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